Alessandra Tripiana
A lo
lejos
Por
esos cielos que jamás pude viajar,
los anduve sin miedos y sin querer mirar atras.
Busqué en cada rincón una sonrisa para vivir,
junté todos mis fracasos
y sin querer recordarlos los devolví.
Mi
alma sigue resistiendo sin cansarse
de esperar el eterno sueño de ser feliz
por esos campos que nunca pude andar.
Ahora despierto para vivir y no sobrevivir,
encuentro en cada frase los recuerdos
que no se quieren alejar de mí.
Y a
tantos aturdí con mi voz...
y a tantos absorbí con mi dolor,
quisiera agradecerles de mil formas
porque siempre revivieron a mi perdido corazón.
Extraño esa tierra, que aunque tiemble por miedo a morir,
sigue con ese aire de esperanzas y
por nada del mundo quiere dejar de vivir.
Extraño el color, ese color que no se puede comparar,
ese color que uno busca para suspirar
y luego imaginar esos campos llenos de libertad.
En
algun lugar del mundo suena una campana por despertar
sin saber si será la última del principio de un final.
Y
los segundos se cuentan como bombas
que alumbran la noche sin perdón,
te destruyen hasta el alma y sin ninguna razón.
A lo
lejos se escucha álguien cantar una melodía,
su voz es tan suave como el sol de invierno
que se adueña de las manos frías y quebradas,
su ritmo es tan lento como una hoja seca que se desliza por el
aire,
y su canto... su canto es de victoria.
Quiero acercarme a esa señora que me llena de paz,
la que vuelve a dar vida a cuantas cosas perdidas,
la que alumbra el camino a casa sin bombas que lo hagan
y que de paso destruyen nuestras almas,
la que canta en silencio nuestras picardías,
y no la que susurra nuestros últimos dias.
Debo
acercarme porque se que me devuelve la tranquilidad,
me deja sonreír junto a mi familia
y también me permite soñar.
Que
te deja vivir para formar ese color en la tierra
y no para regalarte cien años de miseria...
pero al querer alcanzarla vuelvo a despertar
y me doy cuenta que solo fue un sueño...
un sueño que no querré despertar jamás.
ALE
30-XI-01
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