Cuando al fin logre encontrar
la salida
al campo abierto de tu cuerpo
y abandone la cárcel injusta que en el tiempo
ha intentado matar las ilusiones todas,
rasgaré con las uñas esas barras malditas
del odio y de la infamia, y encontraré la forma
de llenar los vacíos dolorosos de siempre
con estrellas robadas y perfumes del alba.

Recorreré extasiada esas suaves colinas
y los extensos valles de tu cuerpo tendido,
descubriendo, invadiendo, tomando y conquistando...
¡los territorios nuevos que encuentre en el camino!
De la miel y la leche saciaré mi sed de años,
y de tus frutos ricos recibiré alimento.
Dormiré abrigada por la piel de tus brazos
y tu hombro de almohada didminuirá el cansancio.

En las noches de luna,
extasiada en tus ojos...
inventaré canciones con melodías divinas
para acunarte suave, como a un niño dolido
y que en mi pecho encuentres el consuelo
a tus penas, el apoyo a tus cienes
y a tu quebranto, olvido.

Y cuando ya esté cerca un
nuevo día de retos,
estaré para hacerte más leve la jornada
y atar a mi cintura la luz que antes temías
se fuera en escapada prolongando la noche...
Y volveré al camino en ese
campo abierto
que es tu cuerpo tendido labrándole constante
el campo agradecida de la salvia que ofrece,
y tú, quieto, muy quieto... reencontrarás la vida
que creías perdida y en mis brazos se mece.
