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Mario Meléndez

Apuntes para una leyenda

 Arte poética

 Bajo amenaza de vida

 Cicatrices de guerra

 Confesiones

 El barco del adiós

 El clan Sinatra

 El mago de la soledad

 El último guerrero

 Guacolda

 Inventario nocturno

 La danza del toro

 La hija de Rimbaud

 La invitación

 La otra

 La playa de los pobres

 La portadora

 La receta o el comienzo de la poesía

 La última cena

 Llévame

 Mas allá de la guitarra

 Me he decidido a vivir

 Me sobra un muerto

 Mi gato quiere ser poeta

 Mi pueblo

 Para mayor seguridad

 Pedagogía inconclusa

 Porqué en mi casa ocurre de todo

 Que debo hacer para cantar

 Que salga el indio entre las piedras

 Precauciones de última hora

 Recuerdos del futuro

 Revelaciones

 Sangre en el exilio

 Será debajo de la cama

 Señores del sur

 Si fueras calva también te amaría

 Sinfonía negra

 Un día volveré a tus ojos

 Vincent 1993

 Vuelo subterráneo

Mario Meléndez

La danza del toro

a Carlos Díaz Loyola

Difícilmente olvidarte porque la sangre no se olvida
no se olvida el volcán o el cuchillo de tu boca
o la barba desgarrada en el muro de los siglos
o el eructo de la tierra con su llanto de trinchera
y su color de mosca y su veneno anónimo
Difícilmente la orina del mar con sus alas marchitas
y el grito funerario del cielo y el ojo del relámpago
y la muerte de los muertos y la vida de los muertos
y el mantel del infinito a saltos
sobre los pechos del destino que devora, araña
rompe las cavidades del pubis y su recuerdo ardiente
de cada memoria fría, de cada aullido en llamas
terrible como la cópula de las entrañas
o el latido de un trueno enfermo
terrible en su plumaje de holocausto
en su piel de cataclismo
en su cintura trizada por la sed y el hambre
en los labios del otro, en los huesos del otro
en el gran animal que somos
mientras la panza gime y se retuerce de lombrices
y las arrugas crecen y los bigotes crecen
y crece también la muerte como una muchedumbre
la muerte diaria que nos acompaña, oscura, macabra
deforme en su legado de grietas, en su acento de oruga
en el perfil de las hogueras y de los hipos del universo
Difícilmente olvidarte en la cascada de los sueños
en el gran litoral del miedo o en la vendimia de mi alma
en el vuelo rasante de las letras y de las piedras humanas
en la anatomía del fuego y en las momias recientes
Difícilmente olvidarte cuando caen los bostezos
y la luna tiene un raro parecido al aire
que sofoca las arterias
y aparecen los ciegos y aparecen los ciegos
y aparecen los ciegos cantando con tu voz de bestia
con tus uñas ancladas, con tu eco de tren deshabitado
y con tu noche de alambre y de esqueleto sonámbulo
Porque difícilmente podremos olvidarte, difícilmente
aunque no traigas regalos, aunque te canses del viento
aunque se apaguen tus muelas, difícilmente en el rugido
de un viejo corazón o una camisa de fuerza, difícilmente
en el olor a pólvora de los sesos, en la saliva ausente
y en el verso degollado a la luz de los infiernos

Mario Meléndez

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