Hace un par de días, mi reina, que escuche su voz querida,
le llame con ilusión por tan lejos encontrarme,
y pareció no creer que pudiera yo acordarme
de usted y de nuestros planes, me pareció sorprendida.
Como soy dado en decirle con versos lo que yo siento,
aquí le va la respuesta, se la mando con el viento,
no me pregunte que como me he enamorado, señora,
lo cierto es que ha sucedido, la recuerdo cada hora.
Tome un espejo, señora, úselo por un momento,
de una vuelta completa para mirar su figura
desde los pies hasta el pelo, pasando por la cintura,
mire sus hombros desnudos, mírese ciento por ciento.
Le pido que en pensamiento se comunique conmigo,
todo enfrente del espejo, lo quiero como testigo,
cierre los ojos y sienta mis dedos, que por su espalda,
le dibujan circulitos, le desabrochan la falda.
Sienta su pecho encendido, sienta su cuerpo agitado,
con los labios entreabiertos con un tinte colorado ,
para darle muchos besos, para encenderla completa,
para que no olvide nunca, mi mano , su mano aprieta.
Abra los ojos y mírese otra vez mujer hermosa,
vea sus ojitos rasgados con un matiz extranjero,
mire su cuerpo de diosa, por el que casi me muero,
y así podrá comprender que olvidarla es otra cosa.