Poemas de
Panike Sánchez
Pihuamo

Pihuamo
Erguida siempre, la montaña altiva
te venera, cual Dios idolatrado,
su blanco penacho hacia el costado
te vigila, mirando desde arriba.
Volcán, que su eterno fuego ha sido
testigo de mil triunfos y victorias
has visto como crecen las memorias
de este pueblo por todos tan querido.
Al otro lado, alta, eterna, silente,
la imponente cadena montañosa,
la Sierra Madre Occidental, boscosa,
te da eterno cobijo desde Oriente.
Pihuamo, mi pueblo tan querido,
tus hijos que se marchan te recuerdan,
y a sus hijos no dejan que te pierdan
de su memoria, que no permite olvido.
Te llevamos por todo el mundo a diario,
sin ser un peso por demás sobrante,
y siempre vamos con todo, y adelante,
llenos de orgullo, en todo itinerario.
Por siempre extraño tus colinas y bajadas,
tus calles, tus costumbres, tus jardines,
tu sol, el ruido de tu lluvia, tus festines,
las torres de tu iglesia, engalanadas.
Los doce de Diciembre, fulgurantes,
con la presencia de tanta de tu gente,
o las albas, con su marcha, alegremente,
por las calles, los desfiles de estudiantes.
Por esa serpenteante carretera
hacia el norte, muchos hemos marchado,
soñando siempre con volver al lado
de nuestros seres queridos, nuestra esfera.
Hacia el oeste, todos tenemos gente
que sea nuestra familia, nuestro amigo
con quien siempre tendremos un abrigo
o un plato de comida diariamente.
Nos marchamos por montes y por valles
como en todos los pueblos ya sucede,
y no hay quién en su corazón no quede
la nostalgia del recuerdo de tus calles.
Pihuamo, pregono yo, a los cuatro vientos
sin importar cuanto tiempo va de ausencia,
cierro mis ojos y siento tu presencia
tus olores, paisajes y momentos.
Panike Sánchez De La Mora ©
Renton, WA.20100123
"Pihuamo" Don Chuy y Rigoberto García
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