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Thomas
Stearns Eliot
Rapsodia en
una noche de viento
Rapsodia en
una noche de viento
Las doce.
A lo largo de los filos de la calle
sostenidos en síntesis lunar,
susurrando encantamientos lunares,
los suelos de la memoria se disuelven
y todas sus claras relaciones,
sus divisiones y precisiones,
cada farol que dejo atrás
pulsa como un tambor fatalista,
y a través de los espacios de la oscuridad
la medianoche sacude la memoria
como un loco agita un geranio muerto.
La una y media,
el farol chisporroteó,
el farol susurró,
el farol dijo: "Observa a esa mujer
que vacila hacia ti en la luz de la puerta
que se abre a ella como una mueca.
Ves que el borde de su vestido
está desgarrado y manchado de arena,
y ves que el rabillo de su ojo
se retuerce como un alfiler torcido".
La memoria arroja y deja en seco
una multitud de cosas torcidas;
una rama torcida en la playa,
devorada, lisa, y pulida
como si el mundo revelara
el secreto de su esqueleto,
rígido y blanco.
Un resorte roto en el patio de una fábrica,
óxido que se adhiere a la forma que la fuerza ha dejado
dura y enroscada y dispuesta a chasquear.
Las dos y media.
El farol dijo:
"Observa al gato que se aplana en el arroyo,
saca su lengua
y devora un bocado de manteca rancia".
Así la mano del niño, automática,
salió furtiva y se embolsó un juguete que corría por el
muelle.
No vi nada tras los ojos de ese niño.
He visto ojos en la calle
tratando de escudriñar a través de celosías con luz,
y un cangrejo una tarde en un charco,
un viejo cangrejo con lapas en la espalda,
sujetó el extremo de un palo que le tendí.
Las tres y media,
el farol chisporroteó,
el farol murmuró en la oscuridad.
El farol canturreó:
"Observa la luna,
la lune ne garde aucune rancune,
guiña un ojo débil,
sonríe a los rincones.
Alisa el pelo de la hierba.
La luna ha perdido su memoria.
Una desteñida viruela le agrieta la cara,
su mano retuerce una rosa de papel,
que huele a polvo y agua de colonia.
Está sola
con todos los viejos olores nocturnos
que cruzan y cruzan por su cerebro".
Viene la reminiscencia
de secos geranios sin sol
y polvo en grietas,
olores de castañas en las calles,
y olores femeninos en cuartos de ventanas cerradas,
y cigarrillos en pasillos
y olores de cocteles en bares.
El farol dijo:
"Las cuatro.
Aquí está el número en la puerta.
¡Memoria!
Tú tienes la llave,
la lamparilla extiende un anillo en la escalera.
Sube.
La cama está abierta; el cepillo de dientes cuelga en la pared,
deja los zapatos a la puerta, duerme, prepárate para la vida."
El último giro del cuchillo.
"Que no me pierda"
Diego Torres
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